Hoy he comenzado el lunes enfadada con los niños ¡para
variar!
Y, es que estoy hasta el moño de repetirme como el
chorizo. ¿Cuántas veces le tienes que decir las cosas a un niñ@ para que
termine por hacerlas solo? ¿100, 200? A mí el tema me quema muchísimo así que,
he amenazado a los niños: si no cambian, ¡tocará cuidadora!
Pero es que, no contentos con tocarme la moral, me echan
en cara que soy una madre gritona y refunfuñona que siempre está enfadada.
¡Manda huevos!
Ya les he dicho: “No os preocupéis. Yo me pongo a currar
de 8 a 8 y os veo solo un ratito antes de acostaros. Y por supuesto, ¡con una
sonrisa enorme os daré “el besito de las buenas noches”! Y seré la mejor y más
alegre de las madres de fin de semana”
Así los he dejado en el colegio. Esta tarde les preguntaré
que han elegido: madre de fin de semana o a jornada completa.
Después, he desayunado con una amiga y luego me he ido a
pilates. ¡Ha sido horrible! ¡Qué dolor de cuerpo! Después de tres meses sin
hacer nada, no había manera de estirar el cuerpo. Ahora mismo me duelen hasta las pestañas.
Y, para rematar la mañana, he seguido con la compra.
¡Total nada!
Por lo menos tengo este ratito con vosotras donde cultivo
un poquito el intelecto y me dedico a hacer algo que realmente me gusta.
En un rato tengo que salir para recogerles en el colegio.
¡Sólo falta que ahora me digan que prefieren “madre de fin de semana”!
Y esta es la eterna discusión entre las madres trabajadoras fuera de casa y las trabajadoras de dentro de casa. El caso es que nadie estamos contentos con lo que tenemos y siempre queremos lo que tiene el vecino.
¡Y ni idea de qué es lo mejor tanto para los niños como para las madres!
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