El niño con la ametralladora |
En este quería hablaros de las cosas que se dicen con la
boca grande y luego te tienes que tragar con la boca chiquitita, chiquitita.
Cuando era joven, inexperta y sin hijos, dije que nunca
les regalaría pistolas a mis hijos. No quería una educación sexista para ellos.
Pues mi hijo mediano hoy cumple ocho años y de regalo entre amigos y familia,
ha recibido ¡seis pistolas en total! Para ser más exactos, dos pistolas, una
metralleta normal y otra con mira telescópica. Y otras dos pistolas de un juego
que se llama el Cazafantasmas. Vamos, ¡seis!
Él está como loco de contento. Se dedica a disparar a todo
aquel que llama al timbre. Se coloca en mitad del pasillo y al abrir la puerta,
¡cacharrazo que te crió!
Lo más fuerte es que no sólo el niño juega con las
dichosas pistolitas. Anoche me encontré tirado en el suelo a mi marido con la metralleta
telescópica. Mirando a través de ella. Y cuando asomé la nariz por el pasillo
me lanzó toda una ráfaga de proyectiles.
Los niños se lo pasan pipa con las dos pistolitas
disparándote al culo. Y si lo llevas con pantalones, no hace daño pero como te
pillen en paños menores ¡ni te cuento!
No han pasado ni dos días y la niña y yo ya estamos hasta
el moño de las pistolitas mientras que los varones de la casa se lo pasan en
grande disparando a todo bicho viviente.
Vamos que aquello de “si me hubiera metido la lengua en el
culo” o “al que escupe al cielo le cae en la cara” ¡son grandes verdades!
Ciertamente y, aunque creo en la igualdad, somos
diferentes. Es indiscutible. Porque, sin quererlo ni beberlo, te encuentras
educando a tu hijo de una manera sexista. O más que educando, regalando. Y eso
que a la niña nunca le gustaron las muñecas…
Pero qué guapa estoy calladita.
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