Pero, los gustos de cada uno, son los gustos de cada uno y
hay que respetarlos.
Total, que apuntamos al niño al equipo de futbol del
barrio con la esperanza de que no le cogieran. No por nada pero si le admitían
suponía entrenamiento dos días en semana y partido los sábados. Y teniendo en
cuenta que tenemos tres churumbeles, la organización con tanto partido y tanto
entrenamiento, se complica.
Pero, le ficharon. Y él loco de alegría. Y nosotros, pues
también. ¡Qué remedio!
El pasado sábado que su padre estaba de viaje, me tocó
llevarle al partido.
Toda una odisea teniendo en cuenta que debía estar en el
campo a las diez menos cuarto de la mañana. Para colmo, llovió durante toda la mañana
y tuve que dejar a la mayor y al pequeño, solos en casa. ¡Durante dos horas!
¡Qué intranquilidad!
Estuve en remojo las dos horas. ¡Ni un ratito paró! Pero
no se si fue peor la lluvia o los gritos de los padres. Pero vamos a ver, ¿para
qué puñetas están los entrenadores? ¿No son ellos los que deben dirigir el
juego de nuestros hijos?
Pues no.
Resulta que los padres se dedican todo el partido a gritar
a sus hijos: “¡¡Dale, venga, dale!! ¡¡¡Sube, sube. Sigue. Sigue!!! ¡¡¡Por la
banda, por la banda!!! ¡¡¡Tira ya. Tira ya!!! ¡¡¡Vale, tranquilo. Venga,
tranquilo!!! ¡¡¡Bien. Bien.!!!”
Y yo, flipando. A
ratos, me reía. A ratos, me daban unas ganas de meterle a alguno un trapo en la
boca… por no decir una burrada.
Nunca lo entenderé. Una cosa es que les animes pero ¡que
son niños jugando un partido de futbol no la vida! No pueden enseñarles que
lo importante es practicar un deporte, participar en un equipo y aprender a
trabajar en equipo. Enseñarles que lo importante no es ganar ni perder sino que
hay que saber hacer las dos cosas: ganar y perder.
No soporto a los padres gritones-bocachancla y me da que me voy a
tener que morder la lengua como me toque ir a otro partido. Y yo, si me muerdo la lengua, me enveneno seguro.
Tendré que tomarme la valeriana para no increpar a los susodich@s “¿qué tal si
nos callamos un ratito, majetes?”
Es toda una experiencia, en un partido de baloncesto de niños de 10 años, un papá le decía a su hijo: Corre como un tio!! Ja, ja, yo me tonchaba, qué pirao!!
ResponderEliminar¡Pogre niño! Y el padre lo grita tan pichi delante de todo el mundo.¡Qué nocivos somos muchas veces los padres para los hijos! Muchas gracias por tu comentario y por la visita. Saludos.
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