
Para poneros en antecedentes, he de deciros, que soy
cemento “armao”. Esto significa que mi nivel de elasticidad es el mismo que el
del cemento “armao”. Que no armado. No.
Mi nivel de elasticidad es también, vasto.
Y hoy, aunque martes, estaba yo recuperando la clase de las
Navidades junto con una señora de la que ya hablé en otro post (“Vivir el presente sin empujar el futuro”), y dos chicas algo más jóvenes que yo (pero no
mucho…) Además de la profesora que es de Lugo y muy, muy directa.
El caso es que mientras estirábamos el cuello, el brazo,
las muñecas y la pierna, la profe le ha preguntado a una de las chicas que es
azafata de Iberia que si iban a hacer huelga. A lo que ella ha contestado un
lacónico “pero si no nos dejan. A los
ocho que la hicieron la otra vez, los han puesto de patitas en la calle”
La profe, con la
fuerza y la rebeldía de la juventud y su acento gallego, ha sentenciado “en
esta país nos quejamos poco. Tendríamos que salir todos como locos, todos los
autónomos (hablaba por ella y su colectivo) echarnos a la calle a protestar”
Y yo, dulcemente y con la voz entrecortada por el dolor en
la entrepierna al estirar la pata, le he dicho “pero ¿de qué sirve quejarse? Yo
me paso el día quejándome por los niños y no sirve de nada hasta que no busco
una solución y grito, o suelto la mano de paseo o les explico cómo deben
hacerlo y cómo no deben hacerlo.”
Y he seguido en mi discurso mientras juntábamos las
escápulas y doblábamos el cuerpo a la mitad que parece muy tonto pero duele de
lo lindo. “Quejarse no es la solución. Es también parte de los errores de
nuestra modelo de sociedad que debemos cambiar. No hay que quejarse. Hay que proponer
soluciones y desde tu pequeña parcela, intentar implantarlas”
Que duda cabe que si nos quitáramos de en medio a muchos
de la clase política, a unos cuantos empresarios avariciosos y sindicalistas
carroñeros, pasáramos de las tonterías y banalidades de otros tantos
periodistas, pues ciertamente lo tendríamos más fácil.
No quería ni quiero ponerme en contra a nadie pero como
siempre dice mi maridín, él en su sabiduría, el símbolo por el cual los chinos expresan
la palabra “Crisis” está compuesto por otros dos símbolos que significan “peligro”
y “oportunidad”.
Ahora mismo, vivimos tiempos peligrosos pero son el
momento, la oportunidad, de cambiar aquello que nos está haciendo recular y mejorarlo
para tirar para adelante todavía con más fuerza, si cabe.
Sacudirnos el polvo del “chorizo” ( de los “chorizos”) y
con ganas y entusiasmo, retomar nuestro camino.
Porque ya creo habéroslo dicho más de una vez, para atrás,
ni para coger carrerilla.
Yo también soy de las que creo que protestar no aporta nada ni sirve de nada.
ResponderEliminarAhora acabo de escuchar en las noticias regionales que los sindicatos sanitarios van a proponer al gobierno nuevas medidas que podrán ahorrar lo mismo que quieren ellos y no serán tan negativas.
EliminarEso es lo que hay que hacer: proponer, escuchar, dialogar y aplicar.
Por lo menos, desde mi punto de vista...
Lola, estoy contigo!
ResponderEliminarPara María y muchos/as que piensan como ella. Es comprensible. Pero si no te gusta lo que está pasando, la pasividad no creo que deba ser una opción.
Como dice la famosa frase "para que triunfe el mal, solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada"
Un beso a las dos
La frase es muy buena y muy cierta. Yo creo que protestar o quejarse no sirve pero eso no significa que no hagas nada. Hay mucha gente haciendo mucho y nunca se les oye. Y otros hacen mucho ruido, pero no consiguen nada. O esa impresión dan, al menos. Besos.
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