Primero, tenía alergólogo con la niña porque cada vez que
hace Educación Física se pone roja como un tomate y le pica todo el cuerpo.
Excusa inigualable para pasarse la clase en Botiquín y no correr un poquito.


Luego, ya en el hospital, nos tocó esperar en una sala
pequeña repleta de gente y de niños. Los niños es normal que hagan ruido y no
paren quietos por eso, porque son niños pero, a todas esas personas adultas que
se lían a hablar a voz en grito por el móvil les pediría un poquito de
educación, consideración… De verdad, ¡qué estrés!
Después, me fui a mi tratamiento para seguir reduciendo la
chichota. Allí me relajé un poquito para ponerme de nuevo en marcha e irme a
comer con unas amigas al restaurante Zen Central de la calle Puigcerdá, 6.
Comimos estupendamente y le dimos a la charleta de lo lindo. Que de eso se
trataba.
De allí directamente a por los niños al cole. Al mediano
le dejé en futbol y a la mayor y al
pequeño los llevé a casa.
Preparé la cena, bañé al pequeño y dejé todo preparado y
listo para que mi marido sólo se preocupara de darles la cena y meterles en la
cama.
Me puse los tacones y me volví a ir… Esta vez a cenar con
las madres de la clase del mediano. Cenamos en el Café Shaigón que está en la
calle María de Molina, 4 y que además es de otra madre del colegio. Vamos, que todo
queda en casa.
También lo pasé fenomenal. Y eso que éramos un grupo que
no nos conocíamos pero al final, el buen rollo y las risas imperaron y la noche
salió redonda.
Llegaba a la una y media de la mañana a casa arrastrando
el tacón pero dando gracias siempre por días gymkana como estos. Porque se y soy consciente que, en estos
tiempos que corren y aunque soy hija de un ERE, tengo la suerte de poder acabar
agotada por haber disfrutado de la maternidad y de diferentes mujeres. Todas
tan dispares pero tan parecidas a la vez. Todas luchando por lo mismo. Por
salir adelante de un modo u otro.
Mujeres que cada día me enseñan y me demuestran que el que
quiere puede. Que da igual las vueltas que de la vida, los sinsabores, las
volteretas. Siempre habrá momentos para poner en marcha un negocio, criar
hijos, trabajar fuera y dentro de casa, disfrutar de la compañía de otros,
pelear por lo que quieres o los que quieres… Y sin borrar la sonrisa de la
cara. Sin un mal gesto. Sin malas palabras.
Todo mi agradecimiento y mi admiración.
Muy bonico el post.
ResponderEliminarYo voy tomando nota de los sitios por que este verano me voy a dejar caer unos días por Madrid.
besos
¡Apúntalos sin falta! Muchos besos.
EliminarTambién tomo nota... Un abrazo
ResponderEliminarOtro para tí y muchas gracias por la visita y el comentario.
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