VALENCIA PARTE 3: EL CENTRO

¡Está preciosa! Valencia, la verdad, es que está preciosa. Muchas flores. Mucho sol. Vistas bonitas… ¡un placer!

Vamos a poner fin a la trilogía valenciana contándoos detalles varios del viaje y sobre todo, la visita al centro de Valencia.

No os había dicho que nos hospedamos en el hotel NH Las Artes que está al ladito de la Ciudad de las Artes y las Ciencias pero con un cómodo autobús que te lleva al centro en un periquete.

Un inciso para contar que el hotel está bastante bien. Lo ideal para ir con niños y tener que coger habitaciones comunicadas. Aunque parezca mentira, viajar con tres hijos no siempre es fácil. Las suites familiares están pensadas para familias de uno o dos hijos. En cuanto sube la cantidad de churumbeles, la cosa se complica hasta el punto de que en algunos hoteles no nos podemos hospedar porque no tienen habitaciones comunicadas y sus suites familiares son pequeñas.

Es algo que me alucina. No me considero un bicho raro por tener tres hijos. De hecho, la mayoría de mis amigas tienen tres hijos. Son minoría las que tienen uno y dos. Es más, las que tienen sólo un hijo/a suele ser por problemas varios más que por un deseo de tener hijo único.

Pero bueno, ¡esto es lo que hay! Así que, ¡al grano! El NH nos sirvió por precio, por funcionalidad y por cercanía a lo que más interesados estábamos en conocer.

Una vez llegados al centro, visitamos lo primerito mi sitio especial, ideal, espectacular para tomar la mejor horchata con fartons. La Horchatería de Santa Catalina (Plaza de Santa Catalina, 6) ¡Me chifla la horchata! Y  a mi hijo pequeño, igual y, en esta horchatería con más de doscientos años, la hacen buenísima. Lo mismo que sus fartons. ¡Qué ricos mojaditos en la horchata! 

Después ya, con la tripita contenta, recorrimos el centro: 

La Catedral con la Cripta del Santo Cáliz. Para aquellos que no lo sepáis, en la Catedral de Valencia se puede visitar el cáliz del que bebió Jesucristo en la última cena y del que habla Javier Sierra en su último libro, “El Maestro del Prado”. Tuvimos la suerte de que estaban ensayando con el violín y el órgano y fue una auténtica maravilla poder estar allí sentados escuchando música tan preciosa a la vez que contemplábamos semejante reliquia.

Me quedé con ganas de comer en un restaurante que hay justo en frente del Miguelte de la Catedral y que se llama La Sardinería (c/Bordedores, 10) pero no nos dio el estómago para tanta horchata y comida rica.

Dimos un estupendo paseo por la Plaza Redonda en la que puedes comprar detalles y encajes muy bonitos en sus mercerías; también vimos el Mercado Central al que no entramos porque no teníamos tiempo para tanto; tuvimos la suerte de que era la Fiesta de las Cruces y pudimos ver muchas de ellas aunque algo perjudicadas porque era ya tarde; y lo mejor de todo, mi auto-regalo del Día de la Madre, unas alpargatas típicas valencianas como las que llevaba Dalí. De hecho, me quité los zapatos que llevaba y me las llevé puestas. ¡Tal cual! La Plaza del Ayuntamiento… ¡un paseo buenísimos y agradabilísimo!

Y esto es todo, amigos. Se acabó Valencia. Ahora os toca a vosotr@s visitarla.