He podido ir gracias al trabajo de mi
marido. Lo que ha conllevado que mi papel en estos dos días ha sido el de
estupendísima y amantísima esposa de u otra forma de denominarlo, mujer
florero.
Pero yo, mujer sin complejos donde las haya,
he desempeñado mi papel estupendamente y encima, he disfrutado de lo lindo. Que
la Scala de Milán es la Scala de Milán y no todo el mundo puede decir que su
primera ópera (y si por mi fuera, la última) la ha disfrutado en semejante
entorno.
Ciertamente, ha sido una experiencia
inigualable.
En cuanto al teatro es maravilloso.
Impresionante. Ni más ni menos que seis pisos de palcos. Y todo tan rojo y tan
dorado. ¡Espléndido!
En cuanto a la ópera en sí he de decir que
me ha gustado pero que no me ha dado por llorar y emocionarme como Julia
Roberts en Pretty Woman. Vamos, que a mí no se me han caído las bragas.
Para mí donde esté un buen musical que se
quiten todas las óperas. Y es que, además, me he dado cuenta que estoy muy
influenciada por Hollywood. Os explico.
Aida es una historia de amor entre un
exitoso capitán del ejército de Egipto con una esclava etíope. Pero ese amor es
imposible ya que, al apuesto capitán, quieren casarlo con la hija del Faraón que también bebe los vientos, ¡y de qué manera! por el apuesto capitán.
Y yo, pues como que a semejante adonis me lo
imagino como mi Thor (¡qué suerte tiene la Pataki!) y lo que te encuentras en
la obra, pues más bien es un adonis con cuerpo regordete y pinta de poco
fuelle. Eso sí, con un vozarrón inigualable pero que a mi, pues no me pone.
Entonces, tampoco me meto en situación. Entre eso, y las cuatro horas que dura
el tema, pues eso, ¡que donde estén Los Miserables, El Rey León o El Fantasma
de la Ópera…!
Y para más inri, tienes que seguir la obra
en unas mini pantallitas que están colocadas en el asiento delantero. En inglés
o en italiano.
Y el ambiente, pues como describirlo, entre
glamouroso y ranciete ya que había mucha abuelilla con la estola de la cabeza del zorro mordiendo la cola que siempre me ha dado pelín de angustia y la perla.
Pero, que no se confunda nadie, que si me vuelven a invitar, yo voy. Las
veces que haga falta. Que a mi con tal de salir, ver y conocer, me da lo mismo
el olor a naftalina o una chicha más que menos. ¡No nos equivoquemos!
¡Que envidia ! Ya me gustaría a mi. oye y yo me pregunto? no necesitará la empresa esa de tu marido un florero mas... que yo me meto en el papel en un periquete jajaja
ResponderEliminar.
Besos
Raquel
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¡Qué bueno!;DDD Di que sí. De florero o de jarrón, ¡el caso es ir! Muchos besos Raquel.
EliminarArgggg!!!!!..me muerdo las uñas de pura envidia!!!!!!. Me encanta Milán( bueno, toda Italia) y no he pasado de la puerta de la Scala y simepre digo...algún día veré una ópera.
ResponderEliminarQue bien !!.
Besos
La verdad es que sí que ha sido toda una oportunidad pero vamos, que cuando vayas, no creo que me vuelvas a pillar por alí... ;D Besites.
EliminarLa primera vez que fui a la ópera me quedé dormido jajaaja. Pero al final le coges el punto, aunque también me quedo con los musicales. Me alegro de que hayas aprovechado al máximo el viaje, un placer!! Buen finde. http://universovarietes.blogspot.com.es/2013/11/chabelita-pantoja-de-nina-mujer.html
ResponderEliminarY, ¿cómo te pudiste quedar dormido con tanto grito?!!! ¡Qué bueno! ;D ¡Buen fin de semana para tí también!
Eliminarque lindor!
ResponderEliminareso es algo que todavia no hice!!! siempre que paso sueño con entrar...pero la verdad que tampoco me veo viendo opera entre tanto olor a naftalina jajaja...! me encanto tu relato!
Lo que si me gustaria es ir al museo de la Scala...ese es uno de mis pendientes!!!! ;)
un abrazo!
No lo dejes. Incluso lo de ir a la Ópera. Mira que a mi no me gustó pero estamos organizando ir al Teatro Real en Madrid cuando estrenen alguna porque no he ido nunca y es cierto que si no, no se puede opiniar. Besotes.
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