Hoy hemos vuelto a tener cine (que no sexo)
mañanero. Y hemos vuelto a elegir una película preciosa. Dura pero preciosa.
Pero vamos por partes.
Primero, como es de recibo, hemos desayunado
en un sitio chulísimo que está en la calle Padilla, 41 esquina con Gral. Díaz
Porlier y se llama La MiMé.
El sitio está puesto con una decoración
exquisita y se pasa un rato estupendo y relajado. Un sitio para probar y
repetir. Os lo recomiendo.
De allí, hemos salido camino del Centro
Comercial La Vaguada que es donde ponen cine mañanero. Al llegar nos ha
sorprendido gratamente la cola que había para sacar las entradas y es que,
vuelvo a recordaros que el precio de la entrada es de 3,90€ con lo que es una
gran oportunidad para ir al cine ya que, los miércoles, el precio es estupendo
y la cartelera, hoy por hoy, es excelente.

Según vas viendo la película, sufriendo por
la niña, con unas ganas de meterla una patada en la boca a la madre y otra, en
todas las canicas al padre, irremediablemente, te vas dando cuenta que esa
frase tan manida de “con quién van a estar mejor unos niños que con sus padres”
es tan incierta, como irreal. Al menos, hoy por hoy, y teniendo en cuenta la
sociedad en la que vivimos.
En la película, los únicos que hacen felices
a la niña son, la nueva mujer del padre y el nuevo marido de la madre. Con los
únicos que sonríe la niña y que al final, y tras el tremendo egoísmo de sus
progenitores, terminan formando una familia con Masie.
Siempre he creído que los padres somos, en
algunos momentos, perjudiciales para nuestros hijos. Ellos tienen que aceptar y
entender que no somos perfectos y cometemos errores. Algunos, gordísimos. Pero,
siempre y cuando, impere en la familia el sentido común, seremos capaces de
darles a nuestros hijos un hogar feliz.
Eso y no olvidar nunca que, ellos son lo
primero. Que nunca pidieron venir a este mundo. Que los trajimos nosotros, los
padres y por esto, se merecen todo nuestro esfuerzo y sacrificio.
Pero, cuando estos puntos no están claros,
ocurren casos tan extremos como el de la película o tantos otros que se nos
vienen a todos a la cabeza sin necesidad de irnos a Nueva York o de ver una
película.
Padres tan egoístas que olvidan su principal
papel en la vida que no es otro que ese, ser padres.
Y volviendo al tema de “con quién estarían
mejor unos hijos que con sus padres”, creo que si las personas están dispuestos
a dar amor, no tienen por qué ser
siempre unos padres biológicos o del mismo sexo. Lo principal para que un niño crezca feliz es el amor. Todo lo demás es morralla.
Y no me enrollo más que últimamente estoy un
poco “marisermones” y no me gusta. ¡Ir a ver la peli que os va a encantar! Y si
ésta nos ha convencido, ir a ver otra pero ir, ¡y luego nos lo contáis!