Si hay algo que me gusta es ir
tranquilamente de la mano de mi marido por la calle.
Ya, el mero hecho de dar la mano a una
persona, es un gesto que me gusta. Sobre todo, si la mano masculina es grande y
protectora. Pero también me gusta llevar de la mano a mis hijos. Es un gesto de
acompañamiento, de cercanía, de cuidado el uno por el otro que me gusta
muchísimo.
Y también, esa mano adolescente masculina,
grande y joven, algo insegura pero firme, que envuelve a una mano femenina, frágil
en aspecto pero contundente es sus ideas.
No tienen porque ser manos de novios unidas,
pueden ser manos de simples amigos. O manos de conocidos. De compañeros de
clase. O mano del que tienes al lado que puede ser un perfecto desconocido pero
que, por alguna razón, te acompaña en un determinado momento.
Yo he dado la mano a mucha gente. Recuerdo
en una etapa de mi vida, que siempre que salía con uno de mis grandes amigos,
sin que hubiese nada entre nosotros, íbamos de la mano. O una vez saliendo de
un sitio de copas, algo “achispados” y mientras subíamos las escaleras, me dio
la mano el que tenía delante y le ofrecí mi mano al que venía detrás. Y, aun
cuando ya habíamos terminado de subir las escaleras, él continuó con mi mano
entre la suya sin querer soltarla. Era un chico algo falto de cariño y ese
simple gesto de ofrecerle mi mano, calor humano, hizo que se abriera o acercara
a mi un poquito más, sólo por aquella noche.
El dar la mano como saludo me parece
correcto siempre dependiendo del grado de conocimiento de la persona a la que
estás saludando. Sí es amigo o conocido, por supuesto que prefiero los dos
besos.
Me refiero más a esa mano cálida y grande
que envuelve .
La mano grande de mi padre cubriendo la mano
pequeñita de mi madre mientras ven la tele.
La mano furtiva de ese primer novio en la
primera cita.
La mano huidiza de mi hijo cuando nos
acercamos hacia donde están sus amigos.
La mano cálida de mi marido mientras duerme
a la que me agarro para que me ayude a dormir.
La mano de mis amigas del alma.
La mano de mi hija tan grande como la mía
que ya no se sabe quién lleva a quién.
La mano virtual de todos los que me
acompañáis en esta aventura.
La mano del que te ayuda a bajar una
escalera.
Y a vosotr@s, ¿os gusta dar la mano?
A mi me gusta mucho ir agarrado del brazo, como las abuelitas :) es como una sensación de apoyo y seguridad ...
ResponderEliminarUn abrazo!
El caso es que exista contacto físico que es lo importante y sabe tan rico. Besos.
EliminarRecuerdame que te de un achuchón cuando nos veamos ;)
EliminarTe lo recordaré...
EliminarA mí me encanta.
ResponderEliminar:-)
Esto me recuerda la última vez que estuve en Hacienda. Le tendí la mano a la funcionaria que iba a atenderme y se echo para atrás horrorizada, argumentando que "eso ya no lo hacían" supongo que le dio pavor que pudiera pegarle alguna enfermedad horrible... La encontré tan ridícula.
¿De verdad? La gente es medio tonta o tonta entera. O sea que, según ella, ahora la gente no se saluda. Claro. Lo que deberíamos hacer es escupirnos e insultarnos y ya está. Te digo yo que ¡ver para creer! Muchas gracias por tu visita y tu comentario.
ResponderEliminarSi!!! me encanta!! creo que es algo que deberia hacer todo el mundo!
ResponderEliminarEl contacto físico es necesario y no debemos menospreciarlo. A mi, también me encanta. Besos.
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