Sí, ya acaba hoy la Trilogía de París. A lo
mejor estáis ya un poquito cansados pero es que merece la pena contarlo. París
es tan bonito. Y tan recomendable para verlo con niños…
Como siempre, todo andandito o en el
BatoBus.
Al hacer tan buen tiempo incluso puede que,
hasta demasiado calor, nos ha permitido el hacerlo todo andando y esa mañana de
domingo fue ¡tan agradable! Con ese paseo por los Campos Elíseos llenos de
gente y terracitas… Un gustazo.
Llegamos al Arco del Triunfo al que, por
supuesto, subimos hasta la terraza cosa que yo desconocía completamente que se
podía hacer y al tener perspectiva, decidimos que iríamos hasta la Torre Eiffel
de nuevo, andando.
Además, pensamos que encontraríamos por el
camino algún lugar para comer y más económico que en los Campos Elíseos. Pero
¡nada más lejos de la realidad!
Por la calle que bajamos hasta la Torre
Eiffel no vimos ningún restaurante, cafetería o cuchitril. Sólo hasta que
llegamos cerca del Trocadero y en frente de la Torre, no dimos con una
terracita que pertenecía al Acuario de París.
Le eché morro y decidí preguntar si se podía
comer allí. Deberíamos haber pagado la entrada porque la cafetería está dentro
del acuario pero, fueron buenos, y nos dejaron pasar para volver a comer bocadillos
recalentados y bolsas de patatas fritas. ¡Qué desastre!
Esta vez la clavada vino con los helados de los postres. Por cinco helados de Frigo, vamos que no era ningún Banana Split con sombrillita y bengala, nos cobraron 17,10€. Ingenua de mí le dije que se habían equivocado al hacer la cuenta y me miraron con cara de "ya está aquí la turista rata" y me dijeron que París era muy caro y que estaba en el Trocadero en frente de la Torre Eiffel. Y eso se paga. Y lo entiendo y lo pago. Lo que llevo mal es que me roben porque 4€ por un Corneto es demasiado, a mi modo de ver.
Un inciso para una recomendación: sacar las
entradas por esta web porque sino, las colas son tremendas y no merece la pena
perder el tiempo en eso. Es comodísimo ir con tu hora y solamente tener que
esperar por el ascensor.
Los niños estaban como locos con esta
actividad. La Torre Eiffel es muy llamativa, muy significativa y, estar dentro
de ella, les pareció una maravilla. Y así es.
Hicimos muchas fotos y disfrutamos de las
vistas.
Realmente lo de poner el candado no es más
que una gran “turistada” pero a la niña sobre todo le hacía mucha ilusión. Y
¡por qué no darle el gusto!
Compramos uno de segunda mano en un puesto
ambulante que estaba al lado por tres euros, escribimos el nombre de nuestra
familia y la fecha y allí que dejamos el candado bien cerradito hasta nuestra
próxima visita. Por supuesto, que una de las llaves la lanzamos al Sena que
tiene que tener el fondo lleno de llaves de turistas chorras como nosotros.
De allí, nos fuimos a cenar al Hard Rock de
París. Manías de marido que hace colección de pines del Hard Rock. ¡Cada loco
con su tema!
Y ahora si que sí, nos volvimos al hotel
para preparar las maletas porque al día siguiente nos tocaba volver a la cruda
realidad.
Se terminó nuestro viaje de este año que ha
sido precioso y toda una experiencia para ellos. Es un viaje muy especial para
los niños y muy, muy recomendable.
Y el lunes, tranquilos, que ya cambio de
tema.
París es maravillosa, bonitas imágenes, besos,ana.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Ana por la visita y el comentario!
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