El título, dicho así, la verdad
es que suena un poco asqueroso. Y estoy segura que más de una de mis amigas
lectoras y críticas en positivo del blog me van a decir, “¡pero que marrana
eres!” Pero, ¡qué le voy a hacer!. Es de eso de lo que quiero hablaros. De
babas de madre.
Porque las babas de madre son
curativas. Y babas con besos, todavía más. No hay nada mejor que unas babas.
Que se quiten de en medio las mercrominas, agua oxigenada, alcohol, Betadines y demás
medicamentos. Cuando un niño se hace una herida, un rasguño, lo mejor para
curarlo, la baba de su madre.

Mi mediano es francamente
asquerosito, como buen guarro. No hay mayor escrupuloso que el que más guarro
es. Y a ese, siempre le dio ciertamente repeluco cuando se caía y yo le decía,
“no pasa nada. Ahora te limpio con un poquito de babas y ya verás como se te
cura” Y el niño me miraba con cara de asco pensando lo mismo que estáis
pensando vosotr@s ahora, “¡qué cochina que es mi madre!”.
Sin embargo, eso se lo hago al
pequeño y, sin problemas. Él me deja que lo babee todo lo que quiero. Lo limpio
y sale a seguir jugando como un loco.
A la mayor con su pavo adherido
al cuerpo sólo se lo hago para fastidiarla y hacerle rabiar un poquito pero
cuando era pequeña (y linda) no tenía ningún problema en que la babeara.
Ahora que, a lo que no renuncia
ninguno, es al beso curativo. Incluso todavía ahora más mayorcitos, si se hacen
daño (sin rasguños para limpiarlos con babas), les doy un besito curativo y
todo se les pasa.
A mi me pasaba igual con mi
madre. Si alguna vez no podía dormir porque estaba nerviosa por cualquier
tontería, le pedía a mi madre que se acostase conmigo y, ¡como si me hubiera
tomado un lexatín! Caía redonda al segundo. ¡Y esto bien mayorcita!
Creo sinceramente que las
madres, tenemos un don oculto que sólo se desarrolla una vez que eres madre, y
que consigue aliviar los problemas, dolores, rasguños , sinsabores de nuestros
hijos con solo tocarles. Es un efecto curativo que impresiona y que espero
poder seguir utilizando toda mi vida.
Ninguna queremos que nuestros
hijos sufran pero, desgraciadamente, en algún momento y por alguna razón que
escapará a nuestra mano, nuestros hijos sufrirán y nosotras sólo podremos estar
allí con ellos para acompañarles. Para secar sus lágrimas. Para curar o lamer
su herida. Para cobijarles el corazón.
El sufrimiento es parte de la
vida. Es así. Y así lo acepto. Pero mientras mis babas y mis besos sean
curativos, seguiré chupando y besando a mis hijos para mitigarles, en la medida
de lo posible, un dolor (el que sea) que es ley de vida que padezcan.
¿Alguna tan marrana como yo que quiera confesarlo?
Lo reconozco....yo tambien soy una marrana.....
ResponderEliminar¿y lo que disfruto de todo esto? Esa capaz de curación por el tacto que tenemos es increiblemente reconfortante.
Totalmente de acuerdo. Saludos.
EliminarYo también me confieso y curiosamente yo nunca he sido besucona con nadie, está claro que la maternidad nos cambia para bien.
ResponderEliminarBesos
Bueno, mira lo que te digo, lo mismo si les preguntamos a nuestros hijos nos dicen que nos cambia para ¡volvernos majaras! ;D Besos grandes.
Eliminar