No quería hoy escribir este
post. Hoy quería ponerme socarrona e irónica y hablaros sobre mi primer evento
con blogueras de la semana pasada. Quería que nos riéramos un rato y pasaramos
un momento divertido comparando este encuentro con el Cámera Café y los estereotipos que siempre se dan.
Sin embargo, esta mañana he
tenido un breve desencuentro en Twitter, también mi primer desencuentro en
Twitter, que me gustaría contaros. La verdad es que me ha dejado mal sabor de
boca y para “enjuagarlo” necesito expresarlo.
Como ya sabéis todos, en Madrid
tenemos el primer contagio del Ébola fuera de Europa. España cuenta con este
“honoroso” reconocimiento. Y como seguro que sabréis también, la enfermera
infectada era (o es todavía) dueña de un perro llamado Excalibur.
La Consejería de Sanidad de la
Comunidad de Madrid lamentablemente quiere sacrificar al perro por una
cuestión, entiendo, meramente preventiva.
Y el dueño del perro y mucha
gente se han posicionado en contra de esta decisión.
Yo no voy a entrar a valorar si
es necesario o no, eutanasiar al perro. No quiero polemizar sobre eso.
Pero el caso es que esta
mañana, abro Twitter y leo el siguiente tweet: “Con Excalibur estoy sintiendo
lo mismo que sentí el día que asesinaron a Miguel Ángel Blanco. Una muerte sin
sentido e injusta.”
Ante tal afirmación no he
podido por más que, educadamente, contestar: “Entiendo tus buenos sentimientos
y los comparto pero sinceramente, no creo que sea comparable”
No quería entrar en más
polémicas pero ella me ha preguntado: “¿Cuándo se mata porque si?”
Y le he respondido: “Miguel
Ángel Blanco fue asesinado injustamente y de manera vil. En el caso de Excalibur, es preventivo aunque
doloroso.”
No ha acabado ahí la cosa.
Ella, erre que erre, me ha respondido: “El razonamiento es el mismo que si
ahora decidieran matar a todas las enfermeras por prevención. El mismo.”
Ante tal demagogia, ya no he
querido seguir. Me parece absurdo discutir a estas alturas la diferencia entre
la vida de un ser humano y la vida de un animal por mucho que queramos y
cuidemos de los animales.
Eso sí que es un sin sentido.
Ella ha terminado la
conversación con el siguiente tweet: “En fin, hay que tener animales a los que
quieres para entenderlo. Matar porque sí me parece de otro mundo y se me
escapa.”
No he vuelto a contestarla,
pero si me perdonáis, quiero hacerlo desde aquí.
Porque sí he tenido perro en mi
casa desde mi más tierna infancia, se y he sufrido en mis carnes el dolor tan
grande que se siente al perder al perro con el, en mi caso, la que te has
criado.
Por suerte o por desgracia soy
hermana de veterinario de domésticos y cuñada de veterinaria de exóticos. Y
esto me permite hablar con conocimiento.
En mi casa no sólo vivió mi
perra Ledy, a la que lloré tantísimo el día de su muerte que, ni siquiera pude
ir a trabajar al día siguiente. No. En mi casa también vivieron y convivieron con nosotros un
perro ciego, Rambo y otro diabético, Noah.
Así que, sí, lamento de nuevo
contradecirte, pero entiendo y se lo que es tener y perder animales que viven
contigo en tu casa como si fueran tus hermanos y a los que quieres, como tal.
Pero no puedo permitirte que,
con permiso de la familia de Miguel Ángel Blanco, compares su ejecución tras su
secuestro, de rodillas y con un tiro en la nuca con el sacrifico de un perro
con una inyección y con todo el cariño del veterinario que se la aplique. Y
digo con el cariño, sí, porque aunque suene contradictorio, el veterinario
sentirá la misma pena y mayor compasión porque su amor por los animales es, seguro, mucho mayor
que el que sintamos el resto.
Miguel Ángel Blanco fue tratado
en su muerte peor que lo será Excalibur en el caso de su sacrificio.
Y la razón de la muerte de Excalibur
es por un bien común. Claramente no debes ser vecina de la enfermera infectada
ni debes tener hijos que vivan en esa comunidad de vecinos, ni en Alcorcón y a
lo mejor, ni siquiera vives en Madrid.
Creo que hay que mantener la
calma frente al virus del Ébola pero, sin lugar a dudas, debemos ser precavidos
para que los contagios sean los menos posibles. Y si eso supone sacrificar a
Excalibur, lamentablemente y con todo el dolor de mi corazón, estoy de acuerdo.
Si existe otra solución para el
perro, adelante pero si no, adelante también.
De nuevo, disculpar la perorata
pero entenderéis que no ha sido para menos. Gracias por escucharme. Ya me
siento mejor.
Por último, sólo me queda desearle el mejor de los finales a la enfermera Teresa y a su marido de los que, por desgracia, parece que nos estamos olvidando.
Por último, sólo me queda desearle el mejor de los finales a la enfermera Teresa y a su marido de los que, por desgracia, parece que nos estamos olvidando.
El tema es delicadísimo, yo también le deseo el mejor de los finales a esta familia, era ya lo que nos faltaba en este país!! Muchos besos y sigo tu movimiento maruja al detalle!!!
ResponderEliminarhttp://universovarietes.blogspot.com.es/2014/10/viudas-de-espana-de-castano-preysler.html
¡Estamos últimamente que nos salimos! ¡No nos falta de nada! Tremendo. Besotes grandes.
EliminarMe alegra encontrar al alguien que, según mi entender, tiene sentido común, por que estos días si no quieres crearte problemas y polémicas es mejor no entrar en el tema...
ResponderEliminarRealmente se me escapa todo lo que ha pasado con ese perro, soy veterinaria y realmente a veces se me hace muy difícil entender como el amor a los animales puede llevar a esta sin razón, por mucho que amemos a un anima, es un animal, una mascota y si alguien que dice amar a los animales no es capaz de distinguirlo y antepone el amor a su mascota por el amor o la compasión por el prójimo tiene un problema y grave.
Besos
. Raquel
Creo, modestamente, que estas personas que sienten ese amor tan desenfrenado y exagerado hacia los animales es porque, en su vida, tienen muchas carencias que al final reflejan en los animales. Besos Raquel.
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