
Mientras nuestros hijos son
pequeños dormimos menos y estamos más cansados físicamente.
Mientras nuestros hijos son
pequeños visitamos más el parque y entran nuevas personas en nuestra vida,
madres y padres de los amiguitos de nuestros hijos.
Mientras nuestros hijos son
pequeños se acaban las visitas al cine o, al menos, al cine de adultos.
Mientras nuestros hijos son
pequeños la rutina se instala en tu hogar.
Mientras nuestros hijos son
pequeños las noches son para los padres y ¡la televisión también!
Mientras nuestros hijos son
pequeños salir a la calle supone empezar a prepararse dos horas antes y salir
siempre con una maleta como único bolso.
Mientras nuestros hijos son
pequeños, las Navidades son mágicas y el gordito aquel con la barba blanca
medio caída es el mejor Papá Noel.
Mientras nuestros hijos son
pequeños, nosotros los padres somos héroes que les salvan de cualquier
pesadilla.
Mientras nuestros hijos son
pequeños, el hablar con voz de memo y cantar canciones absurdas para que se
acuesten, es el pan nuestro de cada día.
Mientras nuestros hijos son
pequeños, tu casa ya no está decorada. Tu casa se convierte en un cuarto de
batalla donde, hasta la figurita que te regaló aquel hortera el día de tu boda
y tienes puesta por compromiso, se convierte en un arma de destrucción masiva.
Mientras nuestros hijos son
pequeños, no son conscientes de los defectos de sus padres y si se percatan, lo
disimulas con cualquier excusa chorra.
Pero ¡ay cuando crecen nuestros
hijos!
Cuando crecen nuestros hijos,
ya no somos los héroes que les salvan de sus pesadillas. ¡Somos su pesadilla!
Cuando crecen nuestros hijos,
te recalcan tus defectos y por más que los disimulas, más se notan y resaltan.
Cuando crecen nuestros hijos,
ya no cantas ni pones vocecitas. Ahora pegas unos gritos cual histérica para
poder conseguir que su mente reaccione y ¡ni por esas!
Cuando crecen nuestros hijos,
las Navidades siguen siendo mágicas aunque ahora al gordo, le ven gordo y con
la barba caída.
Cuando crecen nuestros hijos,
sigues tardando dos horas en salir de casa porque no te obedecen cuando dices
que se vistan y además tienes que pegarte con la niña para que se vista bien y
no con un vestido de tirantes en pleno invierno. ¡Ah! Y tampoco tienes bolso de
marca porque con pagarles el colegio y la extraescolares ¡ya tienes suficiente!
Cuando crecen nuestros hijos, el
cansancio es totalmente psíquico. No hay nada peor y que churrasque más la
neurona que pegarte con el pavo de la niña.
Cuando crecen nuestros hijos,
sigues yendo al cine a ver películas más o menos infantiles para no tener que
responder a preguntas incómodas.
Cuando crecen nuestros hijos,
entiendes aquello que te recordaban siempre las abuelas de “pero ¡si estás en
la mejor etapa!”
Ya imaginaba yo que lo que
venía no sería muy fácil cuando todas coincidían en lo mismo…
¡Bendita maternidad! Bendita maternidad.
Cuanta razón, pero ten en cuenta que después siguen creciendo y empiezas a ver que todos las noches en vela, y todos los gritos luchando contra las hormonas adolescentes, no han sido en vano, se van convirtiendo en personas adultas y responsables que te siguen queriendo a pesar de tus defectos, no hay mas que dejar que pase el tiempo...
ResponderEliminarBesos
Raquel
Sí es verdad Raquel. Es una trabajo arduo y cansino pero es verdad que a la larga tiene sus resultados. ¡Grandes resultados! Como para todo en la vida, paciencia y mucho ánimo. Besos grandes.
EliminarBravo!!!!!!!!!!!. Qué post más bonico. Aún nos queda mucha batalla, pero seguro que es la mejor de nuestra vida.
ResponderEliminarBesos
Eso, sin dudarlo, Encarni. No existe batalla más trabajosa pero también más fructífera. Miles de besos para tí también.
Eliminarsuper bonito, me encanto!
ResponderEliminar¡Muchas gracias por todo! Por la visita, por el comentario y por el piropo. Besos grandes.
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