Pues
después del parón semanasantero durante el cual he disfrutado de todo un
poquito, desde un viaje con niños a Cartagena hasta una gripe que me ha metido
en cama después de unos veinte años sin poder conmigo, aquí estoy de nuevo para
volver a daros la plasta y a contaros cosas banales y sencillas que nos hagan
pasar un ratito agradable.
Tengo
pensado poneros al día de varios temas que pasan por ese viaje con niños a
Cartagena que os contaré con detalle el viernes, por un evento al que me
invitaron y que se llamaba “Mujeres sin filtros” en el que se nos contaba el
perfil de la mujer actual y, por varias películas vistas tanto en el cine como
en casa.

Empecemos
por Truman.
Truman
es un perro precioso que vive con su dueño (Ricardo Darín) que está enfermo sin
remedio porque él mismo ha decidido no seguir “aplicándoselo”, que vive en
Madrid y al que le visita su amigo del alma (Javier Cámara) que vive en Canadá para
intentar hacerle cambiar de opinión sobre el fin de su tratamiento pero que,
sin conseguirlo, le acompaña en el amargo trago de ir dejando todas las cosas
de su vida organizadas y despidiéndose de las personas a las que quiere.
Es
una película dirigida por Cesc Gay y que yo estaba deseando ver.
Y
me gustó bastante. Sólo a mí también he de confesar porque mi madre y mi hija
que la veían conmigo, coincidieron en que era muy, muy lenta.
Y,
como digo, me gustó. Bastante. Pero con un pero. Que ya sabéis que soy
porculera y picajosa. No entendí el kiki. El polvete entre el personaje de
Javier Cámara y el personaje de mi tocaya Dolores Fonzi que hace de prima que
cuida de Ricardo Darín.
No
lo entendí porque no viene a cuento. Tomás (Javier Cámara) está felizmente
casado en Canadá y la prima, no se sabe. No aporta nada a la trama de la
película. Tiene lugar casi al final. Cuando todo el bacalao está partido.
Hubiese dado igual que echaran el polvete que no. No cambia nada del guion.
Tampoco
es un polvazo. Me explico: Javier Cámara me encanta pero su cuerpo (ni su culo)
es el de Brad Pitt, lamentablemente. Y la postura es un misionero rancio. Ni
salto del tigre. Ni amor apasionado. Ni romántico. Ni velas. Ni nada. Nada.
Entonces,
¿a cuento de qué?¿Es esa teoría de que una película española siempre tiene que
tener sexo para triunfar? Me niego a pensar que es por eso.
¿Alguno
habéis visto la película? ¿Me podríais explicar el por qué de esa escena? ¿Tuvisteis
la misma sensación que yo?
Y
luego, una peli algo más familiar, “Batman vs. Spiderman: El amanecer de la
justicia”

Vamos,
que si queremos lo podemos trasladar a nuestro circo político en el que Batman
interpretado por el madurito Rajoy pero sin musculitos lucha por pactar con el
guapete SúperSánchez que hace oídos sordos mientras se deja enbaucar por un
melenudo Pablo Iglesias. Sólo me falta el papel de Albert Rivera que, transvestido,
bien podría ser la guapa Amy Adams en el papel de Lois Lane enamorada hasta las
trancas de SúperSánchez al que ayuda a encontrar de nuevo, el buen camino.
Veremos
si nuestro “Amanecer de la justicia” tiene tanto éxito (o no) como la película
de la Warner Bros.
En
el mientras tanto, os dejo con vuestros pensamientos y quehaceres y os emplazo
al viernes donde os contaré el viaje a Cartagena con los churumbeles. Bye.